Cada cabello está formado por un tallo cilíndrico y una raíz ubicada en unas glándulas con forma de saco denominadas folículos pilosos. Un dato que hay que tener en cuenta es que después de nacer, un individuo ya no desarrolla nuevos folículos. Esto implica que el cabello nunca podrá volver a crecer en aquellas zonas en las que los folículos hayan sido destruidos por cualquier motivo (edad, quemaduras…).
El pelo crece a mayor velocidad entre los 15 y los 30 años. Aproximadamente, el cabello crece unos 0’4 milímetros por día, lo que supone unos 15 centímetros por año. Como promedio, cada pelo tiene una vida de cuatro años.
El crecimiento del cabello se produce en fases no sincronizadas. Esto quiere decir que cada pelo inicia los periodos que conforman su vida en momentos diferentes, independientemente del ciclo de los demás cabellos. Se diferencian tres fases de crecimiento:
- Anagénica: Es la fase más activa, en la que tiene lugar la formación del pelo. Alrededor del 85% de los cabellos se encuentran en esta fase. Tiene una duración comprendida entre dos y seis años.
- Catagénica: Dura entre dos y tres semanas y es una fase de regresión. En ella las células de la matriz dejan de dividirse y el folículo de encoge.
- Telogénica: En los tres o cuatro meses que dura esta fase, se produce la caída del cabello. La reposición se produce mediante el comienzo de una nueva fase anagénica.
No hay que confundir la alopecia con la caída natural del cabello. A medida que éste cae, es reemplazado por nuevos cabellos a partir de los mismos folículos pilosos. El pelo se renueva, por tanto, de forma continua. Su propio ciclo de vida nos indica que es completamente normal que se produzcan pérdidas de hasta más de cien pelos al día.
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